Crítica de ‘Maestro’, nominada a mejor película en los Oscar 2024
Bradley Cooper lo da todo, pero…¿es suficiente?
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La fijación de la Academia con las películas biográficas es casi una especie de fetiche, repetido año tras año. Suelen ser, proyectos ausentes del mismo rasero de calidad al que se somete a sus competidoras, pues su representación artística, parece tener una dimensión y un alcance magnánimo para la cultura popular y los medios. Así, el mero hecho de la presencia de un protagonista y acontecimientos reales supone un “extra” a menudo determinante en la consideración hacia ciertos premios, sobre todo los de corte interpretativo. En ellos a menudo coincide que las prótesis, el maquillaje o la peluquería, terminan de enterrar cualquier atisbo, rasgo o gesto de estos actores y por supuesto, los relanza hacia una oportunidad única de optar a la codiciada estatuilla dorada. Una tendencia abrazada con desesperación por Bradley Cooper, quien quiere ser un hombre orquesta dentro y fuera del set, pero al que todo le queda excesivamente grande en Maestro.
Es cierto que el actor estadounidense sorprendió a todos en 2018 con Ha nacido una estrella, su ópera prima tras las cámaras. Un trabajo determinante para que Steven Spielberg le cediese esta primera biografía sobre Leonard Bernstein. Un proyecto que pasó por las manos del rey Midas de Hollywood y también, bajo la mirada de Martin Scorsese. Ambos quedaron relegados a la producción ejecutiva con el propio Cooper, al que no le ha sentado nada bien creerse con la soltura y la veteranía de sus dos predecesores. Ahora ¿es Maestro un biopic al uso? Pues tampoco.
‘Maestro’: ¿De qué trata esta candidata a los Oscar 2024?
Sí, Maestro refleja la vida del legendario compositor de West Side Story y La ley del silencio. Pero esta, no es una delicada radiografía solitaria. Su esencia parte, de manera indivisible, con la propia mirada del músico, sin dejar de lado la percepción de su mujer, la actriz Felicia Montealegre. Interpretada con dulzura y luminosidad por una Carey Mulligan estratosférica, la presencia de esta aporta la falta de color (incluso en las secuencias de blanco y negro) al relato del célebre músico. Desde su ascenso como el primer director de orquesta nativo de los Estados Unidos, hasta su buen hacer comercial en Broadway, el retrato de Bernstein queda marcado espalda con espalda, con el de su compañera de vida.
La presencia del dúo en pantalla es tan omnipresente como el matrimonio estético y capitular comprometido por Cooper . Un ejercicio protagónico compartido, a través del cual se opaca completamente, al resto de estrellas del proyecto, entre las que se incluye a Matt Bomer, Maya Hawke, Sarah Silverman o Josh Hamilton. Maestro es un salto al vacío lleno de excesos y florituras, tan dependiente de deslumbrar a cada paso con sus imágenes, como de intentar zarandear al espectador con el carisma inexistente de un protagonista vacío. No hay verdad en Maestro. Todo luce tan impostado como la propia máscara que luce su director, guionista, productor y protagonista principal.
Persiguiendo desesperadamente la estatuilla
No es de extrañar que Cooper afronte su segundo largometraje con ciertas pretensiones artísticas y estéticas. Contando este biopic, el de Pensilvania lleva ya 9 nominaciones a los Oscar. Entre ellas, encontramos su nombre en las categorías interpretativas, en la producción ejecutiva y en los créditos a mejor guion original y adaptado. Desgraciadamente para él, las quinielas de estos Oscar 2024 parecen apuntar a una nueva noche de vacío en la filmografía de la polivalente estrella.
Ya sea por su condición y su afán de ser una obra al nivel de las composiciones musicales de su protagonista, Maestro peca de querer encontrar siempre el encuadre perfecto y milimétrico, sin atender a que esta forma, parte de un conjunto dependiente del propio lenguaje cinematográfico. Una colección de postales que pueden lucir de maravilla como capturas anodinas de un filme abocado a la renuncia de su significado y a la falta lastimosa de alma en su legado. Ahí es donde entra el gran acierto y trabajo de Mulligan. La británica está en una historia diferente a la del resto de sus compañeros y en general, muy alejada de lo artificiosa que resulta la última de las acometidas de Netflix por coronarse definitivamente de los Oscar. Por eso, su presencia y cada uno de sus gestos se celebran como una pausa salvadora al rimbombante despliegue de grandilocuencia planteado por su director.
Maestro es una propuesta que quiere resonar y provocar un eco de vítores y aplausos. Sin embargo, en esta ocasión el trabajo de Cooper sólo le permite “dar la nota”.